Desnutrición puede predisponer a la obesidad

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Aunque el sedentarismo y la mala alimentación suelen verse como las dos causas principales en el desarrollo de sobrepeso y obesidad, existen otros muchos factores que también contribuyen al problema, como la desnutrición infantil y, por lo tanto, con la pobreza, de acuerdo con el doctor Fernando Monckeberg Barros.

El fundador y actual director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de Chile, expuso que los altos índices de obesidad en todo el mundo se relacionan con un mal funcionamiento del organismo humano, el cual ha perdido progresivamente su capacidad de mantener un equilibrio entre la ingesta y gasto de calorías.

En un reporte sobre el aumento de la obesidad en Chile, Monckeberg atribuye esta perturbación a la desnutrición en la infancia, misma que produce cambios importantes a nivel cerebral, genético y orgánico.

Y es que el propio organismo se ajusta a la falta de alimento mediante las señales que envía el cerebro como una respuesta de supervivencia. Estas señales lo habitúan a necesitar menos comida que lo normal, abundó el especialista.

“Existen estudios que demuestran que la desnutrición infantil genera alteraciones endócrinas que permiten que el organismo se adapte a la baja ingesta calórica. En estos casos, “el niño dejaba de crecer, disminuía su actividad física y temperatura corporal, posiblemente como una medida adaptativa para sobrevivir”.

Explicó que cuando en los primeros años de vida no se ingiere el alimento requerido, el hipotálamo queda con la información grabada de que el cuerpo funciona con pocas calorías y nutrientes, y si esa misma persona regulariza su alimentación, su cuerpo lo registrará como exceso de comida y, como señala Monckeberg, “lo extra se convertirá en grasa.”

La situación se agrava por el hecho de que la información adaptativa también altera la estructura genética de la persona, de forma que sus descendientes tenderán a heredarla, lo cual implica que si un hombre padeció una mala nutrición en su infancia, transmitirá su estructura genética de adaptación a sus hijos y nietos.

“Aunque éstos no sufran desnutrición, su organismo de cualquier modo actuará como si así fuera, por lo que una alimentación normal se traduciría para ellos en un exceso de comida”.

Cifras de nutrición de la Secretaría de Salud en México, revelan que en 1988, 10.8 por ciento de los menores de cinco años padecían bajo peso, mientras que tres de cada 10 adultos sufrían obesidad o sobrepeso; en contraste, para 2012, el bajo peso infantil disminuyó a 2.8 por ciento, en tanto la obesidad aqueja hoy a 70 por ciento de la población adulta.

Monckeberg enfatizó el hecho de que los mayores índices de obesidad se presentan en los sectores más pobres y lo atribuye a que, históricamente, estos grupos han sido los más afectados por una restricción calórica durante la infancia temprana.

Por ello, refirió, se entendería el incremento en los niveles de obesidad infantil: los niños obesos pueden estar genéticamente preparados para soportar una mala nutrición, de modo que no necesiten comer adecuadamente para que su organismo funcione.

Sin embargo, cuando las circunstancias cambian y aumenta la disponibilidad de alimentos en la edad temprana, su sistema de regulación se desequilibra y sobreviene la obesidad. En estas condiciones, a decir del especialista, “una dieta normocalórica sería para ellos hipercalórica.”

En este contexto, el experto resaltó la importancia de elaborar políticas públicas con una base científica, a fin de atacar este fenómeno desde una perspectiva pragmática, sin intereses políticos o ideológicos.

Fuente:
cronica.com.mx

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