Descubren vínculos genéticos entre obesidad y procesos neurológicos

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Un equipo de científicos encontró nuevos vínculos genéticos que sugieren que la obsesidad podría tener en parte una base neurológica, lo que explicaría por qué algunas personas son más propensas que otras a ganar peso y volumen.

Investigadores del consorcio internacional GIGANT (Genetic Investigation of Anthropometric Trait) analizaron las causas genéticas del Índice de Masa Corporal (una proporción entre el peso y la estatura) y la distribución de la grasa en el cuerpo.

Para su estudio, cuyos resultados fueron publicados en la revista especializada Nature, los científicos analizaron el ADN de más de 300 mil personas, construyendo el mapa genético más grande de la obesidad.

Los especialistas buscaron patrones consistentes y descubrieron más de 90 nuevas regiones genéticas vinculadas a los procesos del cerebro relacionados con la forma en que la grasa se distribuye en el cuerpo de las personas.

La distribución de la grasa corporal es un rasgo hereditario y un indicador bien establecido de resultados metabólicos adversos, independiente de la adiposidad global.

La grasa alrededor del abdomen, por ejemplo, puede causar más problemas de salud que la que se encuentra en torno a los muslos.

Unas 33 regiones de genes recién identificadas están vinculadas a la distribución de grasa corporal, lo que ofrece más pistas sobre el por qué en algunas personas se acumula en forma de pera, mientras que otras engordan más alrededor de la cintura.

También se identificaron más de 60 localizaciones genéticas que influyen en el índice de masa corporal, triplicando el número previamente conocido. Y algunas de éstas regiones tienen vínculos con el sistema nervioso.

“Las personas no van al neurólogo para hablar sobre su peso, cuando pensamos en la obesidad no nos acordamos del sistema nervioso, pero éstos resultados cambian la manera en que pensamos al respecto”, dice la profesora Elizabeth Speliotes, de la Universidad de Michigan.

“La obesidad no es sólo una condición metabólica, tiene también una base neurológica”, añade Speliotes, uno de los autores principales de la investigación.

Los investigadores creen que algunos genes contribuyen a la forma en que controlamos nuestro apetito, y otros al aprendizaje y la memoria en torno a la comida, pero aún debe estudiarse plenamente el papel de las nuevas regiones identificadas en la obesidad.

Speliotes afirma que la diversidad de las zonas genéticas descubiertas sugiere que la predisposición a la obesidad “no se reduce a un solo gen”, lo que hace menos probable que una solución contra la obesidad funcione para todos.

Hasta ahora, se utiliza el género y la edad para hacer recomendaciones generales sobre la vida y el peso saludable, pero se espera que la nueva información genética contribuya en el futuro a buscar estrategias más personalizadas contra la obesidad.

http://www.jornada.unam.mx

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