¿”Mamacitas”?

Nunca falta un cerdo en el camino de una dama que profiera una expresión incómoda para ellas que pueda ser considerada como acoso sexual. Aunque hay sus exageraciones, siempre resulta incómodo recibir esa frase que en las películas nos causaba risa, en las calles, a veces, una gracia mal entendida, pero que a la mayoría de ellas les incomoda, aunque no pueden negar que el hecho de causar admiración por su belleza física es halagador.
Y si, efectivamente: dicen ellas que se siente bonito cuando alguien se admira por una chica arreglada, bien vestida, guapa, estéticamente bien formada de acuerdo al gusto de la persona que externa su intención en forma adecuada –a veces no tanto- pero también es cierto, y eso lo dicen ellas, que es insultante y denigrante el escuchar voces como “mamacita” o “qué buena estás” y otras por el estilo que tienen mucho que ver con la vulgaridad y la misoginia existente en una comunidad que se precia de respetar por un lado, y por el otro denigra a la mujer cuantas veces puede, haciéndola sentir un vil objeto para deleite masculino.
No es por ahí, porque ellas, las mujeres, son tan importantes y respetables como cualquier ser vivo que hay en el planeta.
Hace unas semanas una chica de la Ciudad de México causó revuelo por demandar a un taxista en una actitud, desde nuestra óptica, exagerada, pero legalmente válida.
No se trata de hacer valer nuestra opinión sino la de las leyes que nos gobiernan o debieran hacerlo, y en ese sentido, es importante destacar que la mujer es objeto de protección, a veces exagerada, pero finalmente protección que le debemos procurar todos.
Y ahí caben los calificativos que todos tenemos hacia ellas, cuando les vemos pasar o cuando forman parte del entorno cotidiano, laboral, social o de cualquier tipo.
Decimos a los estudiantes de la Universidad Autónoma de Tamaulipas que todos tenemos el derecho de pensar lo que queramos sobre la gente que nos rodea, en el aspecto físico, emocional, sentimental y más, y nadie tiene por qué prohibir nuestra forma de pensar, pero externarlo… ahí cambia la cosa.
Usted puede pensar lo que quiera por aquella despampanante chica que camina coqueta por la calle, dejando ver su hermosura a todos, con aire coqueto y sensual, y puede pensar, insistimos, lo que a usted se le pegue la gana, pero por ningún motivo tiene derecho a decirle cualquier cosa que pudiera prestarse a ofensa o para que ella se sienta incómoda.
Decimos también a los chicos que cuando David era pequeño, la observación cotidiana: “cuando veas a una chica que te guste, recuerda que tienes madre, hermanas, primas, tías y abuelas, y debes pensar qué te gustaría que recibieran como trato”.
No tenemos por qué faltarles, y en ese sentido, es de aplaudir la decisión del Congreso de Tamaulipas de tipificar como delito el acoso sexual, con penas de hasta 5 años de prisión.
Suponemos que si hicieran una ley que no conmute penas menores de cinco años por libertad bajo caución, podría disminuir el índice de delitos. Porque los que tienen, cometen el delito, pagan y ya.
Es hora de hacer valer esta ley en toda su extensión, y también es momento de propiciar el respeto a ellas en cualquiera de sus manifestaciones.
No podemos dejar de reconocer su belleza y sensualidad, su coquetería al caminar o al hablar, su femenina actitud que encanta y hace que nos quedemos sin palabras… pero no podemos más que respetar esas decisiones de ellas de vestir y decir lo que consideren oportuno y adecuado.
No somos nadie para juzgarlas, ni para ofender, para hacerlas sentir incómodas.
Qué bueno que existe esta ley ya en Tamaulipas, ahora falta que se observe y se cumpla, para que podamos ufanarnos de ser una sociedad respetuosa de los derechos humanos por igual, sean varones o damas.
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