Anestesia general ¿la muerte chiquita?

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Uno de los mejores avances en la ciencia médica del siglo XIX y que ha permitido numerosos avances en el campo de la salud es sin duda el descubrimiento de la anestesia que es la ausencia temporal de la sensibilidad de una parte del cuerpo o de su totalidad provocada por la administración de una sustancia quí­mica, por la hipnosis o como causa de una enfermedad

El descubrimiento de los primeros agentes con capacidad anestésica, se dieron con el auge que experimentó la quí­mica durante dicho siglo. Esos agentes que dieron lugar a la anestesia general fueron en un primer lugar de naturaleza gaseosa o volátil y algunos de ellos todaví­a forman parte de la práctica anestesiológica habitual.

Otros agentes anestésicos que se usaron durante ese siglo fueron el cloruro de etilo, etileno y propileno, pero su uso se abandonó por relacionarse con efectos secundarios indeseables y potencialmente mortales. Sin embargo, el cloroformo, también desarrollado en esa época, si tuvo un uso más difundido.

Largo ha sido el camino recorrido para que ahora se pueda disponer de productos seguros, desde el uso del éter en el siglo VII d.C y el óxido nitroso descubierto en 1772, pero no es hasta mediados del siglo XIX que se realiza la primera intervención con anestesia general sin que el paciente sintiera dolor alguno.

La anestesia es un método o tratamiento médico que permite realizar cirugí­as y tratamientos sin dolor. Puede ser local es decir œdurmiendo solamente una parte del cuerpo como sucede en tratamientos odontológicos; regional o parcial llamada raquia, epidural o bloqueo, que es por medio de una inyección aplicada entre las vértebras de la columna vertebral o a su alrededor lo que provoca que se duerma de la cintura hacia los pies o general, en la que se induce al sueño profundo en segundos.

La anestesia general, se utiliza para una cirugí­a larga o de tratamiento doloroso o molesto que sin ella serí­a imposible realizar y utiliza ciertos medicamentos que provocan una pérdida de la conciencia total, de tal modo que la persona anestesiada no siente, oye o percibe lo que sucede a su alrededor y por lo mismo facilita la práctica médica durante las cirugí­as.

El médico especialista en aplicarla es el anestesiólogo quien durante la cirugí­a debe estar monitoreando los signos vitales del paciente, presión arterial, el pulso y respiración. Lo que hará antes, durante y después de la cirugí­a, hasta que el paciente se recupera totalmente.

El medicamento se introduce a través de una vena o se solicita al paciente la inhalación de un gas especial a través de una máscara y una vez dormido, se inserta un tubo por la boca hasta la tráquea para ayudarlo a respirar y proteger los pulmones. De ahí­ que después de la cirugí­a puede haber un poco de molestia en la garganta.

La anestesia general es una manera segura de permanecer dormido y sin dolor durante procedimientos que: serí­an demasiado dolorosos; tomarí­an mucho tiempo; afectarí­an su capacidad para respirar o causarí­an molestias extremas o demasiada ansiedad.

La anestesia general normalmente es segura para personas sanas. Puede haber riesgo de complicaciones al aplicarla, si la persona abusa del consumo del alcohol o medicinas, tiene alergias o un historial familiar de alergia a las medicinas, tiene problemas cardí­acos, pulmonares o hepáticos o fuma, sin embargo los avances cientí­ficos permiten ahora aplicarla teniendo en cuenta estos antecedentes con el mí­nimo de riesgos.

La preparación para una cirugí­a debe ser cuidadosa, esta puede ser programada con anterioridad, a menos que el problema requiera de intervención inmediata para salvarle la vida, por ello cada persona y sus familiares cercanos deben conocer algunas caracterí­sticas de la salud y el estilo de vida del paciente que se va a operar, como el tipo de sangre, antecedentes de salud y los medicinas o hierbas que está consumiendo.

Previo a la cirugí­a:

Se deberá contar con estudios de sangre y orina completos incluyendo tipo de sangre y tiempo de coagulación, electrocardiograma, espirometrí­a y la historia clí­nica completa que contenga cirugí­as previas, medicamentos que se toman, enfermedades graves padecidas, si se fuma o consume alcohol u otras drogas. El peso, talla y edad son importantes para determinar el tipo y cantidad de anestesia que se necesita para cada persona y también dependerá del tiempo que se lleve la cirugí­a.

Varios dí­as o hasta una semana antes de la operación, por lo general se puede solicitar que deje de tomar ácido acetilsalicí­lico o aspirina, ibuprofeno, warfarina y cualquier otro fármaco que dificulte la coagulación de la sangre y dejar de fumar.

En el dí­a de la cirugí­a o procedimiento:

Se recomienda no beber ni comer nada después de media noche la noche anterior a la cirugí­a. Esto es para evitar que se presenta vómito mientras está bajo el efecto de la anestesia. Vomitar puede causar que el alimento en el estómago sea inhalado hacia los pulmones, lo que puede provocar complicaciones respiratorias.
Si se necesita tomar algíºn medicamento, se debe hacer con un sorbo pequeño de agua.
El paciente es canalizado, es decir, se le coloca en una vena de la mano por lo general una aguja por donde se le pasa suero y por esa misma se le pasará la anestesia durante la cirugí­a.
Después de la cirugí­a:

Por lo general se traslada al paciente a la sala de recuperación, en donde sigue siendo monitoreado hasta que se despierte completamente. El paciente se puede sentir cansado y aturdido y algunas veces puede experimentar náuseas y vómito, dolor de cabeza y frí­o así­ como inquietud. Todo esto pasará en unas horas. Si se tiene antecedentes de esto por cirugí­as previas, hay que informar al médico para que previo a la intervención se puedan tomar medidas para evitar estos sí­ntomas o hacer que sean menos fuertes.

La anestesia general por lo regular es segura gracias a los equipos, medicinas y estándares de seguridad modernos. La mayorí­a de las personas se recuperan por completo y no tienen ninguna complicación. Es un auxiliar muy eficaz y seguro para aliviar la ansiedad, minimizar o controlar el dolor, relajar los míºsculos, bloquear y evitar traumas y recuerdos de la intervención y permitir que el cirujano trabaje con más calma y sin presión al estar dormido el paciente, pero ésta siempre debe ser aplicad por un especialista anestesiólogo ya que los medicamentos utilizados pueden ser peligrosos y requieren las habilidades de un experto para ser aplicados.

Fuente:
cronica.com.mx

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