Ante el prolongado tiempo del confinamiento impuesto por la pandemia de la COVID-19 se ha incrementado el estrés negativo, el cual se ha vuelto crónico, y así lo demuestran algunas estadísticas internacionales y nacionales, en las cuales se señala que en el contexto actual el estrés negativo ha registrado un incremento hasta de un 30 por ciento, señaló el doctor Fernando Ortiz Lachica, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Iztapalapa.
En este mismo sentido, puntualizó que la situación se torna más complicada para todas aquellas personas que no tienen trabajo, en quienes se ha encontrado que el estrés ha registrado incremento hasta de un 60 por ciento.
El profesor del Departamento de Sociología de la UAM-Iztapalapa, enfatizó que aún cuando “no podemos vivir sin estrés es importante percibir cuando nuestras capacidades no son suficientes para hacer frente a una determinada situación, como es el caso de la actual pandemia por el coronavirus que ha venido a modificar nuestros hábitos sociales, familiares y hasta de trabajo.
En este mismo sentido, indicó que hay que estar alerta cuando en el individuo se presentan: irritabilidad, cansancio, problemas digestivos y de sueño, taquicardia o falta de aire”.
Además, recomendó, “observar sin juzgar ni analizar, es decir, que la persona sea capaz de darse cuenta cuándo o con qué actividad se siente más relajado o relajada, porque eso ayuda a involucrarnos con nosotros mismos y distraernos de situaciones externas, además de buscar opciones que liberen la mente, haciendo una pausa para vivir en el aquí y el ahora y activar otra parte del cerebro”.
El responsable del Programa de Apoyo y Orientación Psicológica de la Coordinación de Servicios Integrados para el Bienestar (COSIB) consideró que la diferencia entre el estrés negativo y el positivo –caracterizado por un mayor control de las emociones– radica en cómo lo ve el individuo, por lo que cada uno puede elegir las acciones que mejor le funcionen, además de tratar de seguir rutinas diarias: bañarse, cambiarse, tender la cama y hacer ejercicio, en la medida de lo posible.
“Cuando se habla de situaciones de tensión, angustia y tristeza, la depresión o la ideación suicida son más serias, pero si las personas ya tenían alguna condición psicológica, ésta puede agravarse en este periodo de crisis sanitaria”, puntualizó.
Ante la situación que viven miles de personas en esta condición de estrés, el académico resaltó que al ser la UAM, una institución pública, cumple con una responsabilidad social al ofrecer una línea abierta telefónica y por chat de atención a la comunidad universitaria y al público externo.
Sin embargo, ante la alta demanda, el sistema opera a través de una sesión única para identificar los recursos del usuario para ayudarle a solucionar o afrontar un determinado problema y, de ser necesario, se programan más sesiones, pero eso se evalúa sobre la marcha.
Fuente: cronica.com.mx