Astrónomos españoles realizaron el primer estudio detallado de la evolución de la discontinuidad de las nubes de Venus durante más de 100 días continuos. Esta es una gigantesca onda atmosférica, con aspecto de un tsunami, que se propaga rápidamente en las nubes más profundas del planeta. Los científicos consideran que este ‘tsunami’ puede estar desempeñando un papel muy importante en la aceleración de la atmósfera de Venus, comunicaron este viernes.

Por lo general, en las regiones donde los vientos tienen igual o mayor velocidad que una ola, estos actúan como una pared o ‘barrera’ física que interrumpe la propagación de esa onda. De esta forma, la discontinuidad intenta propagarse hacia arriba desde las nubes profundas, pero en venus los vientos aumentan gradualmente con la altura, siendo obstáculo en su camino y provocando su eventual disipación.

Algo realmente “sorprendente”

Sin embargo, el estudio reveló que la discontinuidad fue capaz de propagarse durante unas pocas horas a unos 70 km sobre la superficie de Venus, en las nubes superiores. “Es sorprendente, porque hasta ahora la discontinuidad aparecía ‘atrapada’ en las nubes más profundas y nunca la habíamos observado a tanta altura“, explica Javier Peralta, investigador de la Universidad de Sevilla y miembro de la misión Akatsuki, de la Agencia Espacial de Japón, que permitió observar las nubes más altas de Venus.

Los expertos se sorprendieron cuando midieron los vientos en las nubes altas, pues durante sus observaciones encontraron que, inusualmente, eran varias veces más lentos que la propia discontinuidad. Este hecho permitió explicar cómo la discontinuidad pudo propagarse a mayores altitudes, ya que, al solo haber vientos débiles en las alturas, pudo recorrer más regiones atmosféricas hasta encontrar zonas tan rápidas como ella misma y disiparse.

“Medir los vientos en Venus es fundamental para tratar de explicar por qué la atmósfera de Venus gira 60 veces más rápido que la superficie. Este fenómeno atmosférico se conoce como superrotación. También ocurre en la luna Titán de Saturno y en muchos exoplanetas, pero después de más de medio siglo de investigaciones todavía no podemos explicarlo satisfactoriamente”, subrayó Peralta. Este artículo fue publicado en Astronomy & Astrophysics.

Fuente: actualidad.rt.com

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