¿Periodismo? ¡Nada que festejar!

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Mañana 4 de enero será celebrado el Día del Periodista, festejo que estará a cargo de la presidencia municipal y de manera independiente por algunas organizaciones de periodistas, pero debido a los múltiples problemas que aquejan al gremio, esta es una rara ocasión en que los colegas de la comunicación convivimos de manera sana, alegre y sin las presiones del trabajo cotidiano ni de los bajísimos salarios y las nulas prestaciones.

 

Se espera que sea un festejo sano, alegre y de deseos mutuos para que el próximo año las cosas mejoren para todos, pero sobre todo, que el ejercicio periodístico cumpla a cabalidad su cometido, que es el de informar de manera objetiva, profesional y honesta a la escasa comunidad que aún cree en nosotros y en esta noble profesión, sobre todo por lo difícil y peligroso en que se ha convertido ya el ejercicio del periodismo en nuestro país.

 

Ser periodista hoy en día ya no es fácil, sobre todo porque las herramientas digitales y tecnológicas con que se cuenta facilitan que la información fluya sin un contenido real de las cosas, casi vacío y sin esa pasión que ‘los de antes’ le agregábamos a cada nota, a cada reportaje, a cada entrevista; porque hay que decirlo, el periodismo se lleva en la sangre y, como me dijo alguna vez un experimentado colega, el periodismo se mama como un lactante porque no surge de manera espontánea.

 

La improvisación de quienes ven al periodismo como una herramienta de extorsión, como un ‘modus vivendi’ o como un filón de oro para hacer dinero, están muy equivocados, porque el periodismo es además de ser pasión, es sacrificio, es dolor, es tenacidad, es pasar hambre, privaciones y tener en ocasiones los bolsillos vacíos.

 

A veces es desear tirar la pluma y renunciar a tantos días y noches de desvelo, pero dejar el periodismo es como cortarse las venas y dejarse desangrar poco a poco sin morir nunca, porque el periodismo es también ese bálsamo que nos revive a cada momento cuando pensamos que se acabó.

 

Pero el periodismo fácil, el barato, el superficial, ese que solo sirve para amenazar, para intimidar y para obtener beneficios personales, hace que el pseudoperiodista, el inexperto en habilidades, en conocimientos y falto  en amor a la labor de informar, convierta al periodismo en un simple acto reflejo y de impulso, en vez de un acto consciente y de razonamiento.

 

Veo con cierta melancolía como el tiempo se ha llevado entre su invisible velo lo más preciado que el periodista de antaño, el de esta ciudad, practicaba con denuedo entre las páginas de los diarios locales, los que eran leídos con entusiasmo por la gente, la que creía aun lo que se escribía entre sus páginas

 

Ya no se hacen reportajes porque las redes sociales ocupan ahora ese papel, aunque lo que se diga en ellas sean solo falsedades p medias verdades.

 

Antes los empresarios argumentaban que el costo del papel le debía prioridad a la publicidad, bajo un erróneo concepto de que el costo beneficio de este tipo de empresas, se debía precisamente a la publicidad y no a la información. Su error lo pagaron con la extinción.

 

Tampoco se elaboran entrevistas de calidad, ni crónicas de acontecimientos relevantes; mucho menos notas que ameriten ocupar un espacio en los diarios. ¿Qué es lo que nos ocurrió? Es sencillo, se acabó el interés gracias a la censura, a la autocensura y a la desaparición de los medios impresos que cedieron su lugar a los medios electrónicos, y por eso casi estamos convertidos en obreros de maquiladoras que elaboran de manera industrial, la misma información.

 

Qué pena que así ocurra porque periodistas sigue habiendo en esta ciudad. Hay muy buenos periodistas, lo malo es que algunos se acomodaron en la zona de confort y no quieren salir de ella.

 

Pero aún hay tiempo para reflexionar sobre nuestro importante papel entre la sociedad, porque más que simples redactores de noticias los periodistas debemos seguir siendo gestores, profesionales de la información, soldados en un difícil campo de batalla, promotores de la realidad que viven miles de ciudadanos.

 

Los periodistas, sobre todo aquellos de la llamada vieja guardia, aquellos que se pararon frente a gobernadores, a presidentes municipales, a funcionarios, a policías e incluso ante delincuentes para reclamar su lugar en una sociedad convulsionada por la corrupción, por la extorsión.

 

Si acaso en este día hay algo para recordar, recordemos pues a esos 30 periodistas mexicanos que desde el 2022 cayeron víctimas de la indolencia de las autoridades, de la ineptitud de las policías, de la indiferencia de la sociedad, y de la impotencia de periodistas que miran cómo la vida pasa como un suspiro frente a ellos.

 

Y es que bajo esas condiciones el periodismo es hoy en día una actitud y no una actividad, es una simulación y no una acción, es humo que brota entre el fuego cuando debería ser el fuego mismo que queme con sus llamas la mentira, la simulación y el maquillaje oficial que oculta la verdad y la realdad a una sociedad ávida de estar debidamente informada.

 

Pero aún así el verdadero periodismo aún existe, solo hay que desempolvarlo y sacudirlo para que tome su verdadero lugar entre la sociedad, pero…

¿Cómo poder ejercer el periodismo en una sociedad en donde la verdad se oculta y la realidad se maquilla?

¿Cómo poder describir lo que ocurre a la sociedad cuando se oculta la verdad para satisfacer intereses mezquinos y personales?

¿Cómo puede un periodista mirar de frente a los demás cuando lo que escribe se maquilla y se tergiversa?

¿Cómo escribir y opinar, si lo objetivo desde el poder lo convierten en subjetivo, la verdad en mentira y la realidad en fantasía?

Sin embargo, pese a todo ello, el verdadero periodismo se resiste a desaparecer. Se trata del periodismo libre, democrático, auténtico. Ese periodismo que se niega a desaparecer, y solo hace falta desempolvarlo, sacudirlo y ubicarlo en el lugar que merece para volver a ser una profesión libre, digna de ser reconocida socialmente y no tanto festejada oficialmente, porque diga lo que se diga, el periodismo es y seguirá siendo un instrumento para el cambio social, un soporte para la democracia, y un espacio para el ejercicio de la libertad de expresión.

 

Es por ello que extiendo ms felicitaciones a todos mis colegas y compañeros periodistas que mañana festejen a su manera ese gran Día del Periodista, en memoria de los 30 caídos en este conflictivo país envuelto en la violencia y la inseguridad, de los periodistas fallecidos en esta ciudad, y del pionero del periodismo en México, Manuel Caballero, decano de esta profesión.

 

A todos extiendo mi reconocimiento ¡FELICIDADES COLEGAS!

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