

Benny Cruz Zapata/EnLíneaDIRECTA
Victoria, Tamaulipas.- Los últimos 29 años de su vida, Don Mario Alberto Soto García, para niños y grandes que lo contratan, mejor conocido como Saltarín, sabe que cada vez es más difícil vivir de la “payasada”, pues como cualquier oficio en tiempos de crisis, hay días que de plano sobrevive de milagro, por eso, cada y que consigue una contratación le pone en alma:
“Porque mi trabajo es la mejor carta de presentación, las lágrimas, la tristeza y la desesperación por lo caro que esta la vida, los dejo bien guardaditos en mi casa, mi maquillaje de payaso no sabe de angustias, solo de sonrisas aunque estas apenas den para sobrevivir”.
Destinados a llenar de colorido y sonrisas la pobreza de cualquier esquina, microbus o plaza pública; los payasos de Tamaulipas cubren con maquillaje lo gris de un panorama laboral , la marginación profesional y la falta de oportunidades para la profesión de estos artistas de la risa y la diversión.
“La peque” es una de las pocas mujeres que a tomado la “payaseada” como una forma de vida y sustento; habitante de esta capital; afirma que ha superado las burlas que los vecinos le hacían al verla salir de su casa vestida de payasa, dispuesta recorrer calles y plazas regalando sonrisas y chistes a cambio de unas cuantas monedas:
-Llevo poco en el oficio y nunca he sentido verguenza por lo que hago; pena me dán que hay chavos y chavas que conozco y que en lugar de ganarse la vida honradamente se dedican a robar, andan de drogadictos y cosas peores.
Blanca Ramírez se convierte todos los días en “La peque” en alusión a su estatura y con sus 20 años cubiertos con espeso maquillaje, admite que no la vida no es nada fácil:
-Como trabajadores de la calle hay gente que nos ve como andrajosos sin oficio ni beneficio; por fortuna son los menos; ya que aun cuando en ciudades como Victoria la profesión del payaso no es valorada, mucha gente no duda en darnos una moneda en recompensa por las sonrisas que les sacamos por más tristes o preocupados que anden.
Comparte que ella se encontró en el oficio del payaso, un trabajo que en principio no era aceptado ni por su familia:
“Pero ahora ya lo aceptan, yo vivo con mis padres ya no me reprochan nada, llegue a esto porque tengo varios amigos que se dedican a lo mismo, ellos me enseñaron el oficio que a decir verdad me da lo que necesito para irla pasando, además de que la paso bien, pues aunque ando en la calle, no he sufrido acoso ni nada por el estilo, entre todos nos echamos la mano, hay respeto”.
Al celebrarse el Día del payaso, -10 de diciembre- estos trabajadores de la risa no solo hicieron misa, sino que como todos los años se reunieron en el Paseo Méndez ofreciendo a la ciudadanía lo mejor de su repertorio:
-Aquí estamos desde la hermana república de Güemez hasta de Reynosa, Matamoros, Mante, Laredo, Tampico y Victoria, estos últimos agrupados en la Asociación de Payasos de Victoria, a la que pertenece “Saltarin” para quien
es necesario que a nivel sociedad haya más reconocimiento al oficio del payaso:
-Históricamente los payasos siempre han existido, tenemos una función vital, sobre todo en estos tiempos de crisis, en donde la realidad se empeña en borrarnos la sonrisa, y aunque en lo personal no me quejo, pues de este trabajo convertí a mis hijos en profesionistas, y la verdad que en las fiestas me siguen contratando, pero cada vez es más difícil sortear los gastos diarios del oficio.
Don Erasmo Vázquez a sus 51 años de edad y con 24 años de haberse convertido en “Tontin” el payasito que en Mante Tamaulipas, es la diversión garantizada para niños y grandes, considera que la vida laboral del payaso esta “rifada”:
-En mi caso tengo que andar “dobleteando” en otros oficios alternativos como es renta de sonido, decoración con globos, venta de golosinas en las escuelas para poder sobrevivir, el trabajo de payaso no es nada seguro, pues aun cuando se tienen muchos conocidos y nunca falta la fiesta infantil, lo que se gana no siempre es suficiente para comer, por eso hay que entrarle a otros oficios que nos ayuden al sostén de nuestras familias.
Porque lo vive Don Erasmo, asegura que en estos tiempos ya no es posible vivir del oficio de payaso:
“Pero esto es mi vida, y mi familia lo reconoce y me respeta, lo cual es una satisfacción que como dice el comercial “no tiene precio” al igual que las sonrisas que nos regalan de los niños en sus fiestas, eso también nos alimenta y nos alienta a seguir hasta que la fuerza aguante”.
Agrega:
La sonrisa y la alegría de la gente, es grandioso ver como con palabras y gestos podemos alejar la tristeza, no hay con que pagar ser portadores de la alegría y de momentos de felicidad, es lo que nos alimenta el alma y nos impulsa a seguir fieles al oficio.
Igual piensan Lucecita y Chistin, matrimonio de payasos quienes dicen tener en su oficio la única manera de salir adelante:
-En cualquier pueblo en donde hay niños, los payasos tendremos trabajo y aunque como cualquier trabajador independiente a veces andamos batallando hasta para pagar la luz; es parte de la vida y de la situación económica que todos, el trabajo es generoso, porque basta cualquier esquina o un camión de pasajeros para desempeñarlo, los problemas no nos faltan, pero no nos quejamos.
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PAYASOS: DE TODO Y PARA TODOS.
No todos los payasos que existen en Tamaulipas son iguales, aclara aclara Piloncito, el payasito de Reynosa:
-Hay de todo; hay el payaso callejero, el pata de perro, el microbusero, el fiestero y el filarmónico; en mi caso yo trabajo en las calles y la verdad que nunca me falta Dios; ya son seis años que pasando la charola me da para comer y para comprar desde mi maquillaje hasta los zapatos, lo que es indispensable para ofrecer un buen espectáculo que es el gancho para que a la gente no le duela cooperar.
Con estudios elementales, concluye que la existencia de los payasos será eterna:
-La vida en ocasiones es dificil para todos y que nosotros podamos ayudar a la gente a olvidar sus tristezas y mortificaciones, pues es una bendición