Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Una nueva ley

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Es un tema que hemos tratado en infinidad de ocasiones, sin embargo, hoy, se convierte en actual de nueva cuenta, dado que se ha autorizado al respecto un nuevo ordenamiento legal que presumiblemente regirá el tema: la obesidad infantil.
Ya se ha aprobado el ordenamiento que obliga en las escuelas a tener actividad física cotidiana, sin embargo, ahora faltarán los maestros de la materia, y el interés del SNTE en hacer cumplir la mencionada ley, ya que se requerirá de profesores que cumplan con esta actividad que se ha convertido en fundamental para el desarrollo de nuestros hijos.
Las cifras alarman: somos la nación que ocupa el primer lugar en obesidad infantil, y en cuanto a adultos nos damos un “quien vive” con los Estados Unidos, donde la gordura es cotidiana, gracias a la “excelente” comida rápida que se expide en esa nación, y de la que muchos de nosotros somos fanáticos, con la consecuente “cuota” que hay que pagar y que se refleja en la báscula.
También se ha hablado de aspectos que tienen que ver con el consumo de alimentos en los tiempos de recreo, y en este sentido tenemos que ser muy claros al manifestar que, por experiencia propia, se antoja difícil el ordenamiento en este sentido, ya que antes que nos obliguen a dar algo específico a nuestros hijos nos deben garantizar un salario decoroso para poder hacernos con la comida requerida.
Se vienen cambios con esta aprobación, pero hay que entender que la tarea se antoja harto difícil, por la magnitud del problema que sigue creciendo y tiene diversos puntos que están relacionados con su problemática.
Nada fácil ha sido, históricamente, que aprendamos a “comer bien”. La frase típica de los abuelos tiene mucho que ver con lo anterior, ya que los “viejitos” siempre procuraban que hubiera en los platos cotidianos la cantidad suficiente de verduras, de fruta y otros alimentos, tratando de que fuera todo balanceado. Hay que entender que antaño, a menor cantidad de información, la gente sabía qué comer y qué evitar, y además, los padres o abuelos nos obligaban a comer todo y de todo, no había espacio para lo que hoy conocemos como “chiflazones” o costumbres poco adecuadas. Los niños ahora dejan la comida y nadie les puede decir nada.
¡Vaya que han cambiado los tiempos!
Pues bien, se ha dado el paso, ahora hay que buscar el artículo que dice que la educación es gratuita y que los padres no tienen que trabajar en una cooperativa para adquirir insumos que se necesitan y que, por tradición o falta de dinero, la autoridad no entrega. También, hay que buscar el artículo donde se obligue a alguien a pagar fotocopias, recibos telefónicos y otros gastos que se generan en las escuelas y qe surgen precisamente de lo que se “gana” e la cooperativa.
Hay quien considera a las cooperativas y las ligas de padres como un jugoso negocio, porque piensan que se hacen millonarios quienes ahí participan. Nada más equivocado que lo anterior: son señoras que pasan la mitad de su vida trabajando para los demás.
Y entonces, volviendo al tema principal de la ley, veremos seguramente que nuestros hijos tendrán que ir a diario con uniforme de educación física, porque el profesor estará ahí, todos los días, al menos media hora con cada grupo, y no precisamente perdiendo el tiempo, sino haciendo algunos ejercicios adecuados para su edad y el objetivo que se plantearon quienes dirigen el país pero seguramente no conocen las primarias oficiales.
Entonces, todos conoceremos las actividades de los profesores de educación física, y en algunos casos, también los conoceremos finalmente.
Hemos insistido en que este es un problema que viene de la familia, y no se vale endilgarlo a los demás. No es justo que digamos que la autoridad tiene la culpa de la gordura de nuestros hijos: finalmente, el sagrado depósito de ellos recayó en los padres y no en diputados, senadores, gobernadores o presidentes. Somos los padres los que tenemos que poner remedio, y si con el amor que profesamos hacia ellos, no somos capaces de hacer nada, entonces, ¿por qué esperar que la autoridad lo haga?
A ver si ahora si nos ponemos la pila y trabajamos para que ellos tengan un mejor estado de salud, ocupándonos de lo que debemos, y también, exigiendo a las autoridades que hagan su parte. No podemos dejarles todo, pero tampoco los podemos dejar fuera de una responsabilidad social que nos está afectando a todos.
Vienen tiempos en los que hay que poner mucho esfuerzo. Imaginamos lo que dirán los hijos cuando les “levantemos la canasta” en cuanto a bocadillos y postres, pero finalmente, será por su bien, y tenemos que aplicar todo nuestro ingenio para beneficio de ellos.
Es hora, sinceramente, de que todos hagamos lo que nos toca. Olvídese de la ley. Finalmente, en México las leyes no se respetan ni se cumplen. No lo haga por la ley, sino por sus hijos, que el beneficio o problema será únicamente de ellos, y nadie, más que nosotros, estará con ellos.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!

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