Drogas y sexo, seguro disfunción

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Desde tiempos muy remotos el hombre y la mujer han buscado sustancias que les permitan incrementar su placer sexual y han recurrido a plantas, alimentos y por supuesto, a compuestos químicos como lo son las drogas.

Sin embargo, según todos los estudios realizados, las drogas tienen efectos negativos, no solo durante las relaciones sexuales, sino en la manifestación de la sexualidad en general.

Aunque al consumirlas en dosis bajas, aparentemente aumenten el deseo sexual, los daños que producen de forma irreversible no hacen a las drogas muy recomendables, ya que de inicio y en pocas horas producen: fatiga, dificultad para concentrarse, anorexia, apatía, insomnio, pérdida de memoria, depresión, irritabilidad, dolores musculares baja de defensas inmunológicas, y por supuesto falta de deseo sexual.

Pero ¿por qué entonces muchos recurren a las drogas para manifestar su sexualidad y ante una relación sexual? La respuesta es sencilla, lo hacen porque se sienten inadaptados, inseguros y desean experimentar sensaciones y emociones diferentes, que si bien las consiguen al principio, todo el asunto termina en impotencia de ambas partes.

La cruda realidad es que las drogas estimulan el sistema nervioso central y producen muchos efectos estimulantes o depresivos y además de todos los problemas físicos, mentales, familiares, sociales y económicos que producen, también el en terreno de la sexualidad ocasionan grandes daños.

Lo cierto es que si bien sus efectos inmediatos pueden reflejar mayor deshinibición, aumento de sensaciones y otras cosas, ninguna de ellas incrementa el deseo sexual ya que esto depende de la concentración de hormonas en el organismo, como la progesterona, la testosterona y la feromona y con su uso continuo sus efectos son muy negativos ya que producen disfunciones sexuales tanto en el hombre como en la mujer.

Además, las relaciones sexuales bajo el influjo de drogas son poco o nada excitantes y si no, imagina un poco la escena: – La invitación cautivadora, convertida en exigencia violenta.

– Las palabras tiernas que convencen, en frases entrecortadas que no se entienden.

– La mirada coqueta que cautiva, en una mirada perdida y somnolienta.

– Las caricias que excitan, en toqueteos bruscos sin rumbo ni sentido.

– Los momentos de preparación, en “ahora o me duermo”.

– El encuentro cariñoso convertido en atención de vómitos, caídas o desmayos.

Así que como ves, las drogas y el sexo no se llevan nada bien.

Fuente:
cronica.com.mx

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